viernes, 18 de noviembre de 2011

lunes, 6 de agosto de 2007

Retrato del miedo

Carolina Mayerovich




Parado en el balcón,
Sintiendo las hormigas
Subir por los tobillos,
Subir por las rodillas,
Subir, subir,
Hasta la cabeza.
No es el vértigo.
Es el miedo a sí mismo.

Casicien: René Araos




martes, 26 de diciembre de 2006

Marcelo Mucca / Amor Hospiciano


Podíamos jugar a pasear sobre cadáveres de perros y exaltarnos con el destripamiento de un lagarto descolorido y asustado, esperar una respuesta para alejarnos definitivamente, se volvió rutina.
De esta tierra infértil solo nacerán cadáveres y la niñita rubia, aquella del piojo en la cabeza ha de seguir todavía ondulando su pañuelo, sus prendas íntimas, sus recuerdos de la capital.
La insolencia de sentirse protegida por un cerco de alambres y un puñado de afecto la llevo a perder su virginidad en una antigua fabrica de sueños obreros………y bombas, justo allí, en un pañol de herramientas y vista a través de una prenda interior de algodón blanco el la tomó, tan brutal como su rostro lampiño y con cicatrices,
el la cogio, yo la amaba y esta tierra pútrida se volvió tormento.

domingo, 17 de diciembre de 2006

Juan Malebran

i

Siempre me recordó a una serpiente
Su rostro era agudo y al rozar su piel
Podías sentir el escalofrío que provocan todos los reptiles.


Recuerdo que durante un tiempo
No hice más que proponerle una fuga hacia el desierto
Para despertar riendo a ras de suelo


Pero ella
Que siempre desconfió de la derrota
Prefirió mantenerse a salvo y cuidar a su cuerpo de las cicatrices
Que el roce con el mío irremediablemente le provocarían.


(((Por que no tienes idea, hasta que despiertas una
mañana y descubres que tu curiosa fascinación por
las suturas, solo irá alejándote poco a poco de todos)))


Como es lógico
No tardé demasiado en dejar de insistirle
y Ella continuó con lo suyo:
Una vida llena de altos y bajos
Penosa, pero segura.



Juan Malebran

lunes, 4 de diciembre de 2006

Juan malebran / Bolivian chic

Bolivian Chic


A la familia Berkhan Almanza, a los chicos y a Katthy



I

Harto de tanta lengua borracha desparramando cizaña a diestra y siniestra, en mugrosos bares alternos para “darky toons”. Harto de uno que otro patético suicida que nunca se mata y de las siempre saturadoras experiencias sentimentales con las mismas empolvadas post-modernas de siempre. Agarré mi mochila y crucé la frontera (Chungará 8:15 a.m.) en un trans-paraíso con baño en desuso y choferes con sueño y llegué a Quillacollo 18 horas más tarde, un viernes con lluvia, cuando las charcas en las calles incapaces de reflejar nada, serían al día siguiente hervideros de renacuajos que el sol se encargaría de volver pellejos.
(Ya te quisiera ver principito valiente, de parrilla en parrilla tragando tripas de llama o codo a codo en la hora “pic” del mercado Cochabambino pidiendo a gritos tu caldo de cogote de pollo, entre decenas de obreros con olor a sobaco)
Un amanecer carnavalesco, con fetos saliendo del cole, lanzando bombas de agua, a cuanto distraído transeúnte encontraran a su paso. Una banda sonora compuesta por ruidosos motores y bocinas y mandíbulas batientes de vendedores de jugos en bolsa ambulantes. Un aire que se respira despreocupado del presuntuoso arribismo que nos ahoga. Por que claro, tu escuchas: “Bolivia” y como vives convencido que vives en un país en desarrollo, te ríes, producto de tu insipidez.
Un entrar y salir de casas y locales con la sensación de querer volver apenas te marches.



II

La verdad es que ya no recuerdo cuando llegué al Chapare, al pinche trópico boliviano con todo su calor sofocante y su amenaza de dengue y de fiebre amarilla, ni cuantas veces me vi sudando debajo de una palmera con una botella de agua caliente y mi cara de citadino imbècil.
Una maravilla cariño! jamás comprenderemos el horrible chirrear de los pájaros, ni las espantosas muecas de los monos despiojándose sobre los árboles.
(A la humedad de las habitaciones, principito, y al aroma pestilente de tu ropa, debes sumar el enfermizo girar del ventilador y el aleteo hematófago de multicolores bichos que nada más quieren encajarte un mordisco y una seguidilla de duchazos fríos durante toda la noche y la lluvia y el estrepitoso caer de los rayos y las miradas de reojo cuando pasas y te instalas y pides paceña o taquiña o una popular fría por uno cincuenta)

III

A Santa Cruz de la Sierra: La vanidosa, llegué en compañía, a eso de las seis de la tarde, luego de haber ido de pueblo en pueblo, saltando de auto en auto y me alojé en la 7 de mayo, con baño compartido por veinticinco bolivianos.
La cara despectiva del país, que inevitablemente te recuerda al más horroroso chile. La ciudad mito, construida en círculos. Un fetiche para el juerguista que cada noche, gusta irse de copas perfumado, en busca de alguna nena que quiera degustar el sabor frambuesa de su condón.
(Principito, esta si que es para tí, yo me largo, de Bolivia me interesa la otra cara)

Carlos Araos / La feria (fragmento)

Pescado fresco
gritó el viejo podrido
mientras borrachos karmas
sobre su sombra
derraman sangre
tuberculosa sobre el suelo
con la boca abierta.


Un carnicero
se cortaba los brazos
mirando una foto
de la virgen
a la que se encomienda,
rodeado de fotos
calendarios viejos
de las que no son vírgenes
y en sus sueños frustrados
se merienda.


Nadie trajo un anzuelo
para recoger tanto borracho
pero aun cuelgan
en una sarta
de ojos desorbitados
y gritos desesperados.

domingo, 3 de diciembre de 2006

Carlos Vargas




Carlos Vargas

Artista visual

Alto Hospicio